Todos mis sueños giran entorno al arte y desde pequeña anhelaba ser mamá joven porque admiraba la forma en que mi mami llevaba la maternidad con creatividad.
Y es que para mí ser mamá no vale “la pena”, sino que vale la inspiración, el amor y la diversión. Tampoco se trata de perfección porque hay muchos días de cansancio, frustración e impaciencia. Y tener miedo a la responsabilidad, a la nueva prioridad e incluso a la absurda creencia que los niños truncan los sueños es normal, pero la verdad es que para mí, mi compañerito de vida es mi mayor motivación y quien con su existencia me hace creer en lo imposible.
Una vez que esculpes un ser inmaculado durante nueve meses en tu vientre, y aprendes a bailar una danza desconocida al ritmo de tu hijo(a), te adentras en un mundo de llantos, y colores pasteles; asumes la improvisación como parte de tu día a día y una personita pronto te toma por la mejor humorista regalándote las carcajadas más tiernas, y no le importa que no seas Sinatra porque tu voz lo calma como ninguna otra y hasta disfruta tus malas composiciones musicales, entonces descubres lo obvio: la maternidad es arte.
Yo asumo mi maternidad como mi arte más importante porque gracias a ella todo en mí se exacerba a un nivel superior de intensidad.
Amo más, creo más, lucho más, y siempre tengo una fuente de inspiración.
Pero no me malinterpretes, la maternidad no es fácil ¿Pero acaso algún arte lo es? Es verdad que me llena la vida de colores, pero también hay matices grises.
Quizá lo ideal es no luchar contra ellos, sino aprender a sobrellevarlos, abrazarlos, e incluso disfrutarlos. También me disculpo cuando el cansancio me gana y sólo me frustran las dificultades…
Porque la maternidad es así, un laberinto donde me entrego por completo… a veces me pierdo, y me equivoco; pero al mismo tiempo me encuentro en mi pura esencia.
Lo que pasa es que yo veo el arte como algo del día a día, para mí no se trata de un producto final, sino todo el proceso creativo que comienza incluso antes de existir y que no tiene final.
Sí, yo asumo mi maternidad como un arte, y ¿cómo si no?
¡Si estoy creando la obra de arte más maravillosa que puedo hacer en mi vida!
Estoy criando y educando a mi hijo.